lunes, 9 de febrero de 2015

POEMARIO "LIBÉLULAS EN MI VENTANA POEMAS Y OTROS CUENTOS"




A MIS TEMORES


Estas palabras se esfuman,
las he visto alejarse, las he sentido desaparecer,
las reconozco y no creo en ellas
                 
             Adriana Patricia Tuberquia: “Con el alma al aire”


Cuando besas la comisura de mis labios
No es solo mi boca la que te recibe
Es también mi alma la que te siente
Te abre la puerta para que recorras sus rincones
Y descubras los temores, pelees con ellos y los destierres
Hazlo tú, ya que yo... les tengo miedo

Y se mueven como gigantes abatiendo mis sueños

Cuando besas mis labios, me das fuerza para llenarme de motivos
Motivos para reír, para amar, compartir y ser feliz
Eres mi motivo, el que quiero y deseo, el más bello que tengo
El más profundo que siento

Toma mi mano y besa mi alma, que te necesita para volar

Te regalo las palabras, la sonrisa, la alegría, los sueños y la magia
Olvida las dudas y la tristeza
Ellas son dos viejas amigas que de vez en cuando vienen y me visitan

Las atiendo en la sala y les cuento mis confidencias
Ya les hablé de ti y sé que sienten celos
Por eso apresurémonos amor
Que ellas no descansan.


TRAS SUS RECUERDOS



                                              Tú eres el habitante de los reflejos y los ecos,
pero aún oigo tu voz y tu corazón y veo tu sonrisa
y tu barba blanca y tu mano fuerte.
       Vicente Gerbasi: Mi padre el Inmigrante

Agarré del alambre las camisas y los pantalones,
Llené el morral con mis penas y me marché
Atrás, quedó el rancho al cuidado de los perros, el loro y el espejo;
Antes de cerrar el broche del quitaipón, liberé las cadenas, la jaula y la luz.
Cogí la punta del camino a la deriva y caminé hasta despuntar la luna,
La que acompaña mis pasos errabundos en cada anochecer.

Así, partí aquel día.
Dejé en el patio mi mochila colgando del horcón
Apagué las brasas, retiré la leña del fogón y guardé los corotos en la alacena;
Entonces, arranqué la foto donde estás con mi perro y la guardé en un bolsillo.
Pasé al kiosco del patio, donde manos invisibles mecían la hamaca y la desguindé,
Para no imaginar que eres tú, durmiendo infalibles sueños rezagados.

Desde la colina, veo el rancho recostado sobre el suelo, por la puesta del sol  
El cedro ha madurado, vistiendo con flores magentas el otoño de tu ausencia   
Las torcazas ya no descansan sobre las cuerdas del telégrafo a canturrear
El viento ya no se enreda con sus susurros entre las hojas de los tamarindos
Y ya no se escuchan los gallos anunciando las madrugadas, todo está inmóvil.
El pueblo está quieto, la iglesia sin sus golondrinas peregrinas en su campanario
No solo a mí me dolió tu partida, el tiempo también siente tu ausencia

A veces, me dan ganas de volver
Y esperar, para ver tu figura tangible entrando por el portal del rancho
O salir al camino, cuando los aullidos de los perros me anuncien tu llegada
Luego me pongo a pensar y entonces no vuelvo, por temor a la soledad;
Por miedo de sentirme solo, ver tú café enfriándose sobre la mesa triste
Escuchar al loro parloteando tus locuras, pararme frente al espejo y ver tus ojos
A eso le tengo miedo, vivir de tus recuerdos atados a las paredes del rancho.